sábado, mayo 15, 2010

La poesía es como el pan, de todos (recordando a Roque Dalton) _ Escribe: Rocío Silva Santisteban / La República





Yo, como tú,
amo el amor, la vida, el dulce encanto
de las cosas, el paisaje
celeste de los días de enero.
También mi sangre bulle
y río por los ojos
que han conocido el brote de las lágrimas.
Creo que el mundo es bello,
que la poesía es como el pan, de todos.
Y que mis venas no terminan en mí
sino en la sangre unánime
de los que luchan por la vida,
el amor,
las cosas,
el paisaje y el pan,
la poesía de todos.

(“Como tú” – Roque Dalton)



Que equivocados los que piensan que un poeta es alguien frágil y etéreo.

El Poeta, es un hombre fuerte, porque tiene raíces en el corazón de la tierra y ramas que crecen hasta la mente de Dios.

Como Roque Dalton, militante del ERP, grupo que se integraria al Frente Farabundo Marti para la Liberación Nacional, ayer frente armado, hoy partido de gobierno de El Salvador.

Preso, exiliado y asesinado. Todo un record como para tomar en serio su letra construida al pulso de la historia.

Roque fue una de esas semillas, maceradas, de pueblo y de humanidad, que alumbraron el nuevo día de El Salvador.

El 10 de Mayo, recordamos su graduación de inmortal, tomandole el peso a cada verso a cada pausa, a cada signo que nos dejó su palabra, escarnecida y lacerada. (Jesús Hubert)


Hace más de diez años me nombraron mujer del año del distrito de San Miguel, junto con Jesús Vásquez, entre otras homenajeadas.

Estaba tan feliz con la medalla que ni me di cuenta que, cuando me llamaron al estrado del coliseo frente al mar, tenía que “declamar” un poema mío de memoria. Entonces, delante de un auditorio de centenares de personas, sonreí y arranqué de saque: “Cuando sepas que he muerto/ no pronuncies mi nombre/ porque se detendría / la muerte y el reposo/ tu voz que es la campana / de los cinco sentidos/ sería el tenue faro / buscado por mi niebla”. Yo no me sé ningún poema mío de memoria; uno de los pocos que puedo repetir en voz alta sin chistar es Alta hora de la noche de un extraordinario poeta salvadoreño, lo aprendí en una versión maravillosa musicalizada por Marcela Pérez, y siempre lo traigo a mí cuando quiero recordar a alguien que me perturba y me llena de intensidad. Ese alguien es el poeta Roque Dalton (San Salvador, 14 de mayo de 1935 - 10 de mayo de 1975).

Dalton ha pasado a la historia como el poeta guerrillero, miembro del Frente Farabundo Martí, pero también era un dandy –más que un donjuán– que sabía perfectamente encandilar a mujeres de toda edad con uno de sus certeros poemas de amor. Dalton era hijo de un hombre de negocios norteamericano y de una clásica belleza salvadoreña y a pesar de sus estudios superiores y de su formación en colegios privados que debían conducirlo a ser miembro de la clase política y privilegiada de su país, supo deslindar en el momento adecuado con un grupo que no calificaba como tal sino como opresores, y sumarse al Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, para participar como tantos otro de una utopía que aún hoy se hace cada vez más difícil en Centro América: la independencia política, económica y moral de todo “patio trasero”.

Sin duda era guapo: tenía un dejo altivo, caminaba lentamente y fumaba a más no poder. “A Roque Dalton yo lo recuerdo riendo. Flaco, de un blanco pálido, huesudo, narizón como yo, y siempre riendo. No sé por qué siempre te recuerdo riendo, Roque Dalton…” ha escrito el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal. No era pues la imagen del típico vate comunista, melancólico y triste, sino todo lo contrario, muy adecuado a su carácter tropical e intenso. Uno de sus principales libros de poesías se titula “Las historias prohibidas de Pulgarcito”, tomando de Gabriela Mistral el apelativo que le dio a San Salvador, el Pulgarcito de América. Mario Benedetti después de que Dalton ganara el premio Casa de las Américas, le hizo una larga entrevista en la cual lo retrata con total transparencia: “Mira, yo quisiera ser uno de los nietos de Vallejo. Con la familia Neruda no tengo nada que ver. Hemos roto nuestras relaciones hace tiempo. De todos aquellos que surgimos impulsados por el clima de Va¬llejo (aunque a esta altura no sé si quedará algún rastro en nuestra expresión formal), descarnado y humano, me siento cerca de poetas como Gelman, Lihn, Ernesto Cardenal…”.

Roque Dalton estuvo varias veces a punto de ser fusilado: la primera vez escapó porque el dictador que lo mandó a prisión, José María Lemus, fue detenido solo cuatro días antes de la fecha fijada para la ejecución. En otra ocasión fugó de la prisión porque vino en su ayuda nada más y nada menos que un terremoto. Vivió como exiliado político, en distintas épocas, en Guatemala, México, Checoslovaquia y Cuba; finalmente, fue asesinado por uno de sus propios compañeros.

Hoy Roque Dalton es recordado como una leyenda, pero como sostiene el profesor de Boston University James Iffland, “esa condición de ‘leyenda’ puede fomentar la tendencia de convertirlo en simple materia prima de divertidas anécdotas en cocteles de intelectuales y académicos”. Es preciso, por eso, impedirlo recordando de memoria algunos de sus poemas, como aquel que recita en cadencia Julio Cortázar: “Cuando sepas que he muerto / di sílabas extrañas/ pronuncia flor abeja lágrima pan tormenta/ no dejes que tus labios/ hallen mis once letras / tengo sueño he amado he ganado el silencio…”

Artículo que será publicado en el diario "La República" , de Lima-Perú, el 16/05/2010 con el título: "Cuando sepas que he muerto".


Poemas de Roque Dalton

Por Qué Escribimos

Uno hece versos y ama
la extraña risa de los niños,
el subsuelo del hombre
que en las ciudades ácidas disfraza su leyenda,
la instauración de la alegría
que profetiza el humo de las fábricas.

Uno tiene en las manos un pequeño país,
horribles fechas,
muertos como cuchillos exigentes,
obispos venenosos,
inmensos jóvenes de pie
sin más edad que la esperanza,
rebeldes panaderas con más poder que un lirio,
sastres como la vida,
páginas, novias,
esporádico pan , hijos enfermos,
abogados traidores
nietos de la sentencia y lo que fueron,
bodas desperdiciadas de impotente varón,
madre, pupilas, puentes,
rotas fotografías y programas.
Uno se va a morir,
mañana,
un año,
un mes sin pétalos dormidos;
disperso va a quedar bajo la tierra
y vendrán nuevos hombres
pidiendo panoramas.
Preguntarán qué fuimos,
quienes con llamas puras les antecedieron,
a quienes maldecir con el recuerdo.
Bien.
Eso hacemos:
custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.
( La Ventana en el Rostro - UCA-Editores)


América latina


El poeta cara a cara con la luna
fuma su margarita emocionante
bebe su dosis de palabras ajenas
vuela con sus pinceles de rocío
rasca su violincito pederasta.
Hasta que se destroza los hocicos
en el áspero muro de un cuartel.

Ya te aviso...

Patria idéntica a vos misma
pasan los años y no rejuveneces
deberían dar premios de resistencia por ser salvadoreño
Beethoven era sifilítico y sordo
pero ahí esta la Novena Sinfonía
en cambio tu ceguera es de fuego
y tu mudez de gritería
Yo volveré, yo volveré
no a llevarte la paz sino el ojo del lince
el olfato del podenco
amor mío con himno nacional
voraz
ya le comiste el cadáver de don Francisco Morazán a Honduras
y hoy te querés comer a Honduras
necesitas bofetones
electro-shocks
psicoanalisis
para que despertés a tu verdadera personalidad
vos no sos don Rafael Meza Ayau ni el coronel Medrano
habrá que meterte en la cama
a pan de dinamita y agua
lavativas de coctel Molotov cada quince minutos
y luego nos iremos a la guerra de verdad
todos juntos
para ver si así como roncas duermes
como decía Pedro Infante
novia encarnizada
mama que paras el pelo.
(Las Historias Prohibidas del Pulgarcito)


PROFECIA SOBRE PROFETAS
(para los dueños de los medios de comunicación)

A N.Altamirano y herederos,
a la familia Dutriz, a la familia Pinto.

Puesto que la palabra debería ser
como la mujer en el momento del amor
como lo que verdaderamente entregamos
en el momento de la muerte
(cuando se ilustra una manera de ser que es fuente de vida
el restablecimiento de la pureza
la gran construcción del descubrimiento )
los profetas tendrán que colocarse aquí
para ser juzgados
cada uno
esperando su turno de pasar al espejo
para apelar ante el gran coro de víctimas.

Ay entonces del grito
que no se emitió para dolerse de los hermanos
sino para corromper sus oídos al tiempo
que se loaba a su enemigo
ay entonces de la frivolidad
con que se apoyó la vigencia del becerro de oro
ay entonces de las mariposerías
con que se puso cortapisas
a la identificación y al ajusticiamiento del hambre
ay del traslado del crimen hacia los hombres de los débiles
ay de las complicidades ay de las delaciones
ay de los servilismos
ay de los soplos al oído del verdugo
ay de las tolerancias
ay de las mentiras matutinas y vespertinas

Porque toda esa miasma se derramó
sobre la inocencia del pueblo
sobre su blanco candor caído del cielo
del gran desalojado del paraíso
y no habrá rueda de molino suficientemente aplastante
para las cabezas de sus envenenadores
de quienes quemaron con perfume las pupilas de sus centinelas
de quienes rompieron sus tímpanos
de gritos de loras sobrevivientes de la experiencia de Jericó.

Ni de los vivos ni de los muertos
habrá perdón para ese uso de la palabra.
El inocente gigante justiciero
despertará de su ensordecimiento
abrirá sus profundos ojos anegados por los profetas
y los fulminará en sus propios asientos enraizados
a la derecha del Amo desenmascarado
por los siglos de los siglos
para nunca jamás.

(De Poemas para Vivir Pensandolo Bien )


Poema de amor

Los que ampliaron el Canal de Panamá
(y fueron clasificados como "silver roll" y no como "gold roll"),
los que repararon la flota del Pacifico
en las bases de California,
los que se pudrieron en las cárceles de Guatemala,
México, Honduras, Nicaragua,
por ladrones, por contrabandistas, por estafadores,
por hambrientos,
los siempre sospechosos de todo
("me permito remitirle al interfecto
por esquinero sospechoso
y con el agravante de ser salvadoreño"),
las que llenaron los bares y burdeles
de todos los puertos y capitales de la zona
("La gruta azul", "El Calzoncito", "Happyland"),
los sembradores de maíz en plena selva extranjera,
los reyes de la pagina roja,
los que nunca sabe nadie de donde son,
los mejores artesanos del mundo,
los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera,
los que murieron de paludismo
o de las picadas del escorpión a la barba amarilla
en el infierno de las bananeras,
los que lloraron borrachos por el himno nacional
bajo el ciclón del Pacifico o la nieve del norte,
los arrimados, los mendigos, los marihuaneros,
los guanacos hijos de la gran puta,
los que apenitas pudieron regresar,
los que tuvieron un poco mas de suerte,
los eternos indocumentados,
los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo,
los primeros en sacar el cuchillo,
los tristes mas tristes del mundo,
mis compatriotas,
mis hermanos.
(Las Historias Prohibidas del Pulgarcito)

http://www.illari.org/dalton/poesia.htm

ATALAYA

Una religión que te dice que sólo hay que mirar hacia arriba
y que en la vida terrenal todo es bajeza y ruindad
que no debe ser mirado con atención
es la mejor garantía para que tropieces a cada paso
y te rompas los dientes y el alma
contra las piedras rotundamente terrenales.

¿A quién matas, "mataor"...? _ Escribe: Jesús Mosterín(*) / El País




La infinita mayoría de las normas religiosas tienen como mensaje esencial el amor. Y los argumentos que lo explican son muchos y diversos.

Pero bastaría una sola explicación para entender lo fundamental. Que el otro en el sentido estricto no existe. El “otro” también forma parte de mí y yo formo parte de él.

Porque todo y todos, estamos conectados desde la misma matriz. Fuimos hechos por las mismas manos del creador y con la misma materia prima de su propia esencia.

En una palabra nadie nos hizo desde fuera. Nos hicimos a nosotros mismos y somos el mismo ser diversamente manifestado hasta al infinito. Por eso lo que afecta a una parte afecta al todo.

De allí que el amor al “otro”, es solo amor y reconocimiento por uno mismo. El otro, pues, puede ser mi hermano, un desconocido en las antípodas del mundo o el universo, un terrestre o un “extraterrestre”, una planta del camino o un trágico toro crucificado en la plaza.(Jesús Hubert)


La compasión es la emoción desagradable que sentimos cuando nos ponemos imaginativamente en el lugar de otro que padece, y padecemos con él, lo compadecemos. Hemos empezado a entender el mecanismo de la compasión gracias a Giacomo Rizzolatti, descubridor de las neuronas espejo, que se disparan en nuestro cerebro tanto cuando hacemos o sentimos ciertas cosas como cuando vemos que otro las hace o siente. Las neuronas espejo de la ínsula se disparan y producen en nosotros una sensación penosa cuando vemos a otro sufriendo. Esta capacidad puede ejercitarse y afinarse o, al contrario, embotarse por falta de uso.


Los pensadores de la Ilustración, desde Adam Smith hasta Jeremy Bentham, pusieron la compasión en el centro de sus preocupaciones. David Hume pensaba que la compasión es la emoción moral fundamental (junto al amor por uno mismo). Charles Darwin consideraba la compasión la más noble de nuestras virtudes. Opuesto a la esclavitud y horrorizado por la crueldad de los fueguinos de la Patagonia con los extraños, introdujo su idea del círculo en expansión de la compasión para explicar el progreso moral de la humanidad. Los hombres más primitivos sólo se compadecían de sus amigos y parientes; luego este sentimiento se iría extendiendo a otros grupos, naciones, razas y especies. Darwin pensaba que el círculo de la compasión seguirá extendiéndose hasta que llegue a su lógica conclusión, es decir, hasta que abarque a todas las criaturas capaces de sufrir.

El pensamiento indio, y en especial el budismo y el jainismo, consideran que la ahimsa (la no-violencia, la no-crueldad, la compasión frente a todas las criaturas sensibles) es el principio central de la ética. En contraste con el silencio de la jerarquía católica, el Dalai Lama ha reclamado públicamente la abolición de las corridas de toros. Al rey Juan Carlos, ya desprestigiado por sus continuas cacerías, no se le ocurre otra cosa que salir ahora en defensa de la tauromaquia. Más le valdría identificarse con su antecesor ilustrado Carlos III, que prohibió las corridas de toros, que con el cutre y absolutista Fernando VII, que las promovió.

El conocimiento facilita la empatía. Como decía Francis Crick (el descubridor de la doble hélice), los únicos autores que dudan del dolor de los perros son los que no tienen perro. Muchos españoles no dudan del dolor de los perros ni de los toros. Cuando un degenerado cortó con una sierra eléctrica las patas de los perros de la perrera de Tarragona y los dejó desangrarse hasta la muerte, más de medio millón de españoles estamparon su firma en una petición al Congreso exigiendo la introducción del maltrato animal en el Código Penal. En Cataluña todas las encuestas indican una gran mayoría a favor de la abolición de la tauromaquia, solicitada al Parlamento catalán por más de 200.000 firmas. Yo conozco a varios firmantes de la petición; todos lo hicieron por compasión, ninguno por nacionalismo.

Los defensores de la tauromaquia siempre repiten los mismos argumentos a favor de la crueldad; si se tomaran en serio, justificarían también la tortura de los seres humanos. Ya sé que los toros no son lo mismo que los hombres, pero la corrección lógica de las argumentaciones depende exclusivamente de su forma, no de su contenido. En eso consiste el carácter formal de la lógica. Si aceptamos un argumento como correcto, tenemos que aceptar como igualmente correcto cualquier otro que tenga la misma forma lógica, aunque ambos traten de cosas muy diferentes. A la inversa, si rechazamos un argumento por incorrecto, también debemos rechazar cualquier otro con la misma forma. Incluso escritores insignes como Fernando Savater y Mario Vargas Llosa, en sus recientes apologías de la tauromaquia publicadas en este diario, no han logrado formular un solo argumento que se tenga en pie, pues aceptan y rechazan a la vez razonamientos con idéntica forma lógica por el mero hecho de que sus conclusiones se refieran en un caso a toros y en otro a seres humanos.

Ambos autores insisten en el argumento inválido de que también hay otros casos de crueldad con los animales, lo que justificaría la tauromaquia. Savater nos ofrece una larga lista de maltratos a los animales, remontándose nada menos que al sufrimiento infligido por Aníbal a sus elefantes cuando los hizo atravesar los Alpes. En efecto, debieron de sufrir mucho, pero no más que los soldados, la mayoría de los cuales no lograron sobrevivir a la aventura italiana del caudillo cartaginés. Si esto fuese una justificación del maltrato animal, también lo sería del maltrato humano y de la agresión militar. Vargas Llosa pone el ejemplo de la langosta arrojada viva al agua hirviente para dar más gusto a ciertos gourmets. Esto justificaría las corridas, pues también las langostas sufren. También es cruel la obtención del foie-gras de ganso torturado, pero por eso mismo el foie-gras ya ha sido prohibido en varios Estados de EE UU y en varios países de la UE. En cualquier caso, sabemos que los toros sienten dolor como nosotros, pues el sistema límbico y las partes del cerebro involucradas en el dolor son muy parecidos en todos los mamíferos. El neurólogo José Rodríguez Delgado hizo sus famosos experimentos para localizar los centros del placer y el dolor en el cerebro de toros y hombres y no encontró diferencias apreciables. Desde luego, el mundo está lleno de salvajadas y crueldades contra los animales humanos y no humanos, pero este hecho lamentable no justifica nada.

Se aduce que la tauromaquia forma parte de la tradición española, como si lo tradicional fuera una justificación ética, lo que obviamente no es. Todas las costumbres abominables, injustas o crueles son tradicionales allí donde se practican. Vargas Llosa siempre ha polemizado contra la corrupción y la dictadura en América Latina, pero ambas son desgraciadamente tradicionales en muchos de esos países. También ha puesto a Chile como ejemplo a seguir por los demás países sudamericanos. Pero Chile prohibió las corridas de toros hace ya dos siglos, el mismo día y por el mismo decreto que abolió la esclavitud.

Antes los caballos salían a la plaza de toros sin protección alguna y durante la suerte de varas casi siempre acababan destripados y con los intestinos por el suelo. Por otro lado, como los toros no querían combatir y huían, les introducían en el cuerpo banderillas de fuego (petardos que estallaban en su interior y desgarraban sus carnes), a ver si así, enloquecidos de dolor, se decidían a embestir. En 1928 al general Primo de Rivera se le ocurrió invitar a una elegante dama parisina, hermana de un ministro francés, a una corrida de toros en Aranjuez. Cuando la dama empezó a ver la sangre brotar a borbotones, los intestinos de los caballos caer a su lado y los petardos estallar dentro de los toros, casi le dio un patatús de tanta repugnancia e indignación como le produjo el espectáculo. El general, avergonzado, ordenó al día siguiente que se cambiase el reglamento taurino, suprimiendo los aspectos que más pudieran escandalizar a los extranjeros, a quienes se suponía una sensibilidad menos embotada que a los aficionados locales.

Los toros pertenecen a la misma especie que las vacas lecheras, aunque no hayan sido tan modificados por selección artificial. Son herbívoros y rumiantes, especialistas en la huida, no en el combate, aunque en la corrida se los obligue a defenderse a cornadas. Los taurinos dicen que la tauromaquia es la única manera de conservar los toros "bravos". Pero hay una solución mejor: transformar las dehesas en que se crían (a veces de gran valor ecológico) en reservas naturales. Algunos añaden que, puesto que no se ha maltratado a los toros con anterioridad, hay que torturarlos atrozmente antes de morir. ¿Aceptarían estos taurinos que a ellos se les aplicase el mismo razonamiento?

Los amigos de la libertad nunca hemos pretendido que no se pueda prohibir nada. Aunque pensamos que nadie debe inmiscuirse en las interacciones voluntarias entre adultos, admitimos y propugnamos la prohibición de cualquier tipo de tortura y de crueldad innecesaria. Si aquí y ahora hablamos de la tauromaquia, no es porque sea la única o la peor forma de crueldad, sino porque su abolición ya está sometida a debate legislativo en Cataluña. Si allí se consigue, el debate se trasladará al resto de España y a los otros países implicados. No sabemos cuándo acabará esta discusión, pero sí cómo acabará. A la larga, la crueldad es indefendible. Todos los buenos argumentos y todos los buenos sentimientos apuntan al triunfo de la compasión.

(*) Jesús Mosterín es catedrático de filosofía en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en Barcelona.

Publicado por el diario El País, España, 9 mayo 2010, con el títular: “El triunfo de la compasión” y reproducido por la Revista SINPERMISO